domingo, 24 de mayo de 2020

Garry Kasparov por Mijail Yudovich



No recuerdo cómo llegó a mis manos este libro, pero marcó de un modo importante mi visión del ajedrez competitivo. La mirada de Garry Kasparov en la foto de portada lo dice todo: “El triunfo viene sólo en la lucha. Hace falta entrenar constantemente la voluntad…”

Cuando comencé a competir en torneos de ajedrez Kasparov ocupaba, indiscutiblemente, el trono del ámbito ajedrecístico, por lo que se convirtió en referencia obligada de todo el conocimiento técnico que tenía que aprender y, a través de la obra de Yudovich, pude conocer al campeón del mundo y su entorno, además, me proporcionó los elementos fundamentales y la inspiración necesaria para incursionar con éxito en la arena deportiva.

Los temas que me parecen más destacables en la obra de Yudovich son: la importancia y el significado de la “Escuela de Botvinnik” de la que Kasparov formó parte como estudiante y maestro. El trabajo en las aperturas, herencia indudable del elemento anterior; como investigador, Kasparov aportó muchísimo a la teoría del ajedrez; Nakamura y Carlsen, cuando trabajaron con él, reconocieron que lo más valioso de su relación había sido el acceso a su base de datos con sus análisis personales. Recuerdo haber leído en otra fuente una anécdota del equipo de analistas de Kasparov, que había estado trabajando durante varios días en una variante específica para un encuentro importante y cuando le presentaron sus conclusiones, el campeón les echo un vistazo y les hizo notar que eso estaba mal demostrándoles, en unos minutos, lo superficial de sus ideas. En lo particular, los ejemplos y análisis de la variante Botvinnik de la defensa semi-eslava contribuyeron a su inclusión en mi repertorio de aperturas y con algunas victorias en las partidas. Los análisis de las partidas propias es un tema tratado hasta el cansancio por todos los autores del entrenamiento ajedrecístico pero muy pocos hacen notar el hecho de comprobar y revisar esos análisis una y otra vez con la perspectiva del tiempo y la crítica, Yudovich no deja de señalar esta cualidad en el trabajo de Kasparov. La importancia de la preparación psicológica y el entrenamiento para enfrentar las competiciones también son mencionados en las descripciones del entorno de cada reto deportivo durante toda su carrera, desde que es un candidato a maestro hasta que se convierte en el campeón defensor del título mundial.

El libro hace tres referencias bibliográficas muy importantes: Primera, la obra “Cómo se forma un ajedrecista” del genial mexicano Carlos Torre Repetto editada en ruso en 1926, misma que es prácticamente desconocida en México y de la que sólo conocemos un extracto traducido por el maestro Raúl Ocampo con el título Desarrollo de la habilidad ajedrecística. Segunda, el libro de Kasparov “La prueba del tiempo”, que es testimonio de sus propios logros deportivos y un análisis crítico de sus partidas, mismo que consiste en revisar análisis anteriormente publicados. Y, tercera, “La ciencia de la victoria” de Alexander Surovov que es un manual de combate para el ejército ruso y lectura recomendada por su enfoque no ortodoxo.



Considero tres partidas notables en la selección del autor para incluirlas en mi repertorio de partidas modelo: Kasparov – Portisch, Niksic, 1983 como ejemplo del ataque directo al rey; Karpov– Kasparov, partida 27 del match por el campeonato del mundo, Moscú, 1984, como modelo de anticipación en la identificación de la debilidad de la posición, ejecución de su ataque y conquista, y realización de la ventaja para la victoria. Karpov –Kasparov, partida 11 del match por el campeonato del mundo, Londres, 1986, como ejemplo del “trabajo de laboratorio” de los ajedrecistas y su ejecución y lucha en posiciones complejas. También hay que destacar la partida Karpov – Kasparov, décima sexta del match, Moscú, 1985, cuando apareció el famoso Gambito Kasparov.



Mijaíl Yudovich falleció en 1987, antes de completar su obra.

Al final, ese libro fue donado como premiación para un torneo en el Club de ajedrez “La Cabaña” que tantas otras experiencias nos legó.

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