A los integrantes de los consejos
directivos de las Asociaciones Estatales de Ajedrecistas en México.
Estimados señores,
Por este medio
los convoco a capturar el momento histórico que vive el país para poner en alto
el ajedrez nacional, elevarlo a la justa dimensión que merece tener en virtud
del gran trabajo que se realiza día con día, en todos los rincones de la
nación, por tantos personajes anónimos que desempeñan con pasión fecunda la
labor de promoción de esta disciplina por la que compartimos el gusto y el
privilegio de conocer.
El desarrollo
deportivo en ajedrez ha sido menos que mediocre en la historia de México,
porque a pesar de tantas voluntades que participan en el acontecer diario, no
existe un vínculo de unidad que potencie el crecimiento y lo transforme en resultados tangibles; no
existe un plan de acción que unifique los criterios del entrenamiento, del
arbitraje o de la promoción deportiva, lo que mantiene en el oscurantismo el
desempeño profesional. Ante este escenario, se vislumbra un futuro incierto,
que no es posible definir ni en la mente de los que nos creemos más avezados.
Ustedes,
que en este momento son quienes, por voluntad propia, han decidido tomar las
riendas del trabajo federado en materia deportiva; quienes asumieron la responsabilidad
de representar y velar por los intereses de los ajedrecistas en cada uno de los
estados de la república; quienes han protestado cumplir con los estatutos y
reglamentos de normatividad que para tal fin se han constituido; quienes
conforman la Asamblea General de Asociados de la Federación Nacional de Ajedrez
de México, A.C. y por lo tanto son el órgano supremo de esta asociación civil.
Ustedes, Señores, son quienes tienen en sus manos la posibilidad de transformar
la realidad del ajedrez mexicano.
Debo reconocer
la sorpresa que me causó la demostración de trabajo en equipo que hicieron la
mayoría el año pasado para la elección del actual consejo directivo de la
FENAMAC y la segunda reelección del C. Raúl Enrique Hernández Hernández como
presidente del mismo, en quien, evidentemente, han depositado su confianza. Ese
hecho debe considerarse como un síntoma de progreso e interés, que debe ser
capitalizado por todos ustedes en beneficio de los ajedrecistas que
representan.
El ajedrez
federado en México ha avanzado en los últimos años, a pesar de los marcados
desaciertos y del balance aún negativo en ciertas áreas específicas; en
general, podemos considerar que las condiciones son mejores que antes, pero no
son las ideales si tomamos en cuenta la fortaleza mostrada por la asamblea
general. Si esa capacidad de acción se traduce en estrategias concretas
encaminadas a cimentar una visión de futuro, indudablemente, México logrará
convertirse en la potencia ajedrecística que está llamada a ser gracias al
talento de su gente.
La próxima
asamblea ordinaria, a la que muy pronto estarán convocados, puede ser un
trampolín para dar ese salto de calidad tan necesario para el ajedrez mexicano.
Casi ha pasado un año, en el que, infiero, se han puesto en claro las áreas de
oportunidad que hay que atender y que redundarán en beneficios para la
planificación, gestión y organización de las actividades que deben formar parte
de un plan de desarrollo integral a largo plazo.
No se puede
seguir caminando sin rumbo, no se puede seguir trabajando sobre las rodillas, hace falta plantear una visión y una misión claras,
así como, los valores que las sustentan. Hay que cumplir cabalmente con los
estatutos y el reglamento deportivo, y modificar aquellos temas que han sido
manipulados en detrimento del trabajo conjunto y que se contraponen al
desarrollo. Hay que conformar las comisiones necesarias para dar salida a los
temas que año con año son motivo de polémica e inconformidad pública. Hay que
abrir canales de comunicación para mantener a los ajedrecistas informados del
quehacer diario de la federación además de permitir la participación de quienes
están interesados en colaborar. Hay que validar la leyenda del SIRED que
acredita como afiliado a las personas con la FENAMAC. Hay que hacer cumplir las
promesas que se mantienen rezagadas. Hay que normar en materia de arbitraje,
entrenamiento y organización para impedir el cacicazgo y los actos de
prepotencia. Hay que definir las políticas para el reparto equitativo y justo
de los apoyos de la FENAMAC a las asociaciones y a los particulares.
El beneficio
común de acciones como estas son grandes, y baratas si se compara con el riesgo
de no mostrar interés y que los ajedrecistas busquemos nuevas alternativas para
representar nuestros propios intereses. La federación es una institución muy
grande para que pueda ser conducida por una sola persona ni aunque se apoye en unos
cuantos gatos; ni puede ser sólo una agencia de viajes, ni sólo una
organizadora de eventos; necesita de la participación de todos y cada uno de
quienes integran la asamblea general.
Principalmente
me dirijo a los líderes jóvenes: no se conviertan en títeres ni en parásitos
como algunos de sus colegas, no se dejen seducir por los maliciosos métodos de
adoctrinamiento, expresen sus ideas y defiendan sus opiniones, hagan que se
escuche su voz porque el silencio no es una virtud en la administración pública;
platiquen más con sus asociados y compartan las ideas para tratar la problemática
a la que nos enfrentamos. El ajedrez mexicano tiene muy poco y está dejando de
ganar lo incontable, además, no se genera valor, por el contrario, las acciones
vergonzosas como las ocurridas recientemente en Yucatán, causan más indignación
y malestar en la población que beneficio. Cuídense de los que se vanaglorian y
de quienes los halagan porque son quienes más daño les hacen.
Planifiquen
para el bienestar de los ajedrecistas de su estado, fortalezcan la institución
para el beneficio del ajedrez nacional. Barran la casa de adentro hacia afuera
para que no vuelva a entrar la basura. Generen recursos, no a expensas de los
pobres ajedrecistas cautivos, sino mediante gestiones con la iniciativa
privada. No permitan que haya vividores del escaso presupuesto con el que se
cuenta ni que se malgaste a criterio personal. No se conformen
con una posición de confort. No confundan victorias pírricas con progreso.
Promuevan una administración proactiva. Pero, sobre todo, sean honestos consigo mismos. Recuerden que todos estamos
aquí por una pasión común, por ese lenguaje único que se desarrolla con las
piezas sobre el tablero, que atrapa el infinito.
Atentamente,
Benjamín Góngora Montes
Maestro Internacional de Ajedrez